sábado, 23 de marzo de 2013

RAYUELA (2011)


El juego. Es un juego
toda mi vida.
Cada vida.
En un instante, una mañana
se arroja el tejo
y recomienza.
UNO.
Voy a pisar con pie derecho
por esos sortilegios
en los que no creemos,
pero cuidamos de no romper
(no pases debajo de una escalera,
no entregues la sal en el aire,
no rompas un espejo)
Mi salto, siempre con euforia,
abunda la dopamina
en mis neuronas.
DOS. Vamos bien
si no piso el diagrama
y me mantengo callada
en los cuadros del infierno.
Ritos del pasaje 
son cumplidos.
Soy feliz, lo digo,
lo escribo, me rio.
Insomnio del bueno.
Me digo que no importa
el cómo, 
sino cómo
florece la trama entre nosotros
entre vos y el arte,
entre yo el deseo.
Saltando, llegar al cielo.
Pero, me pueden los celos.
Vuelvo tres casilleros 
atrás.
No hay linealidad
en lo que hace
mi tejo 
de rayuela.
Tan lejos el cielo
autoimpuesta quimera.
Siempre vuelvo a jugar,
moretones, raspones
brotando en las rodillas,
amor - dolor violeta.
Nunca mis pies descalzos
pudieron estar quietos.
Me agregas dificultad:
ahora salto
con ojos vendados.
Puedo caer 
en casilla CUATRO
o pisar las líneas de lo insano,
lo que no das,
lo que no es.
La fantasía 
que se diluye
en brusca caída
de serotonina.
Pierdo. Pisé las rayas
o se fue el tejo
lateralmente,
no sé
por qué pierdo.
Pero siempre vuelvo
a jugar.
CINCO. SEIS.
Laberintos, espirales
de anagramas
bajo soles de invierno.
Vuelve SEIS casilleros
atrás...
me lastimo y aún juego.

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