Miríadas de átomos
dispuestos en orden
me circundan.
Un rojo edredón,
carterita escarlata
pende del perchero
del mismo color.
La remera grana
asciende si respiro
y sólo me habla
este lápiz rojo
al brotar sus signos
y el seco crujido
del correr del libro.
Miríadas de átomos:
color, movimiento,
textura y sonido.
Mas de todos ellos
es sólo mi cuerpo
lo único vivo.
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