Tomar el té
a las cinco
como en el
cuento de Alicia,
Sombrerero,
un poco más,
un poco más
de té ilusorio,
no cuesta
nada el derroche
si estamos
en el limbo,
aquí todo se
regala, se da
o se toma…
Mientras
afuera llueven gotones
con mis
libros y mis lápices de siempre
hacemos la
rueda de los martirios.
Palomas y
gorriones,
pájaros de
papel sobre la mesa,
iguales a
los que sobre el verde
se
contonean.
Tomar el té,
sonrío.
Callar. Qué
feo.
El país de
lo irreal
está atribulado,
y el consejo
de mi oruga
languidece
en su verbo.
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