Confunde
paciencia con cobardía,
porque así
se lo impuso
el cerebro
bien circunvolado.
Al deseo de
Ser
le colgó el
cartelito “En desuso”
y se creyó y
juró
que estaba
derogado.
Reitera
movimientos y palabras
sólo con fin
utilitario;
somnífero goteo
de su diario,
que es justa
la inversión
en la
empresa de la vida.
Mientras se
puso el Ser feliz
a plazo
fijo,
vive los
domingos
como
inversor de bolsa;
envenenado
mecanismo que lo asiste
para poner,
poner y poner
y sonreir si
crecen las acciones,
aunque sean sólo
ilusorios
vacuos,
inanes espejuelos
que caerán
amontonados,
vanos y en
racimos
sobre su
cofre de madera oscura.
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